Del Torso del Belvedere analizado por Winckelmann a la decoración de los aparceros de Alabama descrita por James Agee, pasando por una visita de Hegel al museo, una conferencia de Emerson en Boston, una velada de Mallarmé en el Folies-Bergère, una exposición en París o Nueva York, una puesta en escena en Moscú o la construcción de una fábrica en Berlín, Jacques Rancière examina unos quince acontecimientos o momentos, célebres u oscuros, que nos inducen a preguntarnos qué es lo que hace al arte y qué hace el arte.

A través de esos episodios vemos la constitución y transformación de un régimen de percepción e interpretación del arte, cuando se borran las especificidades de las artes y las fronteras que las separaban de la experiencia corriente. Comprobamos cómo una estatua mutilada puede convertirse en una obra perfecta; una imagen de niños piojosos, en una representación del ideal; una cabriola de payasos, en un vuelo hacia el cielo poético; un mueble, en un templo; una escalera, en un personaje; un mono de trabajo remendado, en un traje de príncipe; las circunvoluciones de un velo, en una cosmogonía, y un montaje acelerado de gestos, en la realidad sensible del comunismo: una historia de la modernidad artística muy alejada del dogma modernista.

Aisthesis

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Del Torso del Belvedere analizado por Winckelmann a la decoración de los aparceros de Alabama descrita por James Agee, pasando por una visita de Hegel al museo, una conferencia de Emerson en Boston, una velada de Mallarmé en el Folies-Bergère, una exposición en París o Nueva York, una puesta en escena en Moscú o la construcción de una fábrica en Berlín, Jacques Rancière examina unos quince acontecimientos o momentos, célebres u oscuros, que nos inducen a preguntarnos qué es lo que hace al arte y qué hace el arte.

A través de esos episodios vemos la constitución y transformación de un régimen de percepción e interpretación del arte, cuando se borran las especificidades de las artes y las fronteras que las separaban de la experiencia corriente. Comprobamos cómo una estatua mutilada puede convertirse en una obra perfecta; una imagen de niños piojosos, en una representación del ideal; una cabriola de payasos, en un vuelo hacia el cielo poético; un mueble, en un templo; una escalera, en un personaje; un mono de trabajo remendado, en un traje de príncipe; las circunvoluciones de un velo, en una cosmogonía, y un montaje acelerado de gestos, en la realidad sensible del comunismo: una historia de la modernidad artística muy alejada del dogma modernista.