Lógicas de los mundos, al que Alain Badiou consagró unos quince años de trabajo, se presenta como una continuación de su precedente "gran" libro de filosofía, El ser y el acontecimiento, publicado en 1988. Pero, ¿qué quiere decir "continuación"? En 1988, el proyecto ontológico consistía, con el apoyo de las matemáticas, en establecer que el ser, pensado como tal, es sólo multiplicidad indiferente. El problema deviene entonces el siguiente: ¿cómo comprender, sobre el fondo de esa indiferencia, no sólo que hay verdades, sino también que aparecen en mundos determinados? ¿Qué es el cuerpo visible, u objetivo, de una verdad? Eso no se deja deducir de la ontología. Hay que construir una lógica del aparecer, una fenomenología. Tal es la mira del presente libro: una "Gran Lógica" que, al dar razón del orden de los mundos, autorice el pensamiento de las verdades como excepciones a ese orden. El materialismo contemporáneo sostiene que no hay más que cuerpos y lenguajes. La dialéctica materialista, argumentada aquí hasta en sus más mínimos detalles, afirma, por su parte: sí, no hay más que cuerpos y lenguajes, sino que hay verdades. Sólo bajo el efecto de este "sino que" es todavía posible una vida que no sea indigna. Una vida en la que el individuo democrático se incorpore a esa superación de su propia existencia que llamamos un Sujeto.

 

Logicas de los mundos

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Lógicas de los mundos, al que Alain Badiou consagró unos quince años de trabajo, se presenta como una continuación de su precedente "gran" libro de filosofía, El ser y el acontecimiento, publicado en 1988. Pero, ¿qué quiere decir "continuación"? En 1988, el proyecto ontológico consistía, con el apoyo de las matemáticas, en establecer que el ser, pensado como tal, es sólo multiplicidad indiferente. El problema deviene entonces el siguiente: ¿cómo comprender, sobre el fondo de esa indiferencia, no sólo que hay verdades, sino también que aparecen en mundos determinados? ¿Qué es el cuerpo visible, u objetivo, de una verdad? Eso no se deja deducir de la ontología. Hay que construir una lógica del aparecer, una fenomenología. Tal es la mira del presente libro: una "Gran Lógica" que, al dar razón del orden de los mundos, autorice el pensamiento de las verdades como excepciones a ese orden. El materialismo contemporáneo sostiene que no hay más que cuerpos y lenguajes. La dialéctica materialista, argumentada aquí hasta en sus más mínimos detalles, afirma, por su parte: sí, no hay más que cuerpos y lenguajes, sino que hay verdades. Sólo bajo el efecto de este "sino que" es todavía posible una vida que no sea indigna. Una vida en la que el individuo democrático se incorpore a esa superación de su propia existencia que llamamos un Sujeto.